viernes, 17 de julio de 2015

El escritor en el tiempo


La producción literaria es el producto de una población de escritores que, a través de los siglos, se somete a fluctuaciones análogas a las de los demás grupos demográficos. Para obtener una definición sobre esta población literaria, se puede entrever dos procedimientos extremos. El primero consistiría en catalogar todos los autores de libros publicados en un país entre dos fechas determinadas. El segundo consistiría en remitirse a una lista de buena fe, como el índice de un manual de historia de la literatura de reconocida calidad.
La visión crítica del índice parece pues más justa. Pero es suficiente con analizar el índice de un manual de literatura para notar, habida cuenta del crecimiento de la población literaria, que la proporción de los autores citados aumenta a medida que uno se acerca a la fecha en la que el manual ha sido compuesto. La progresión empieza siendo muy lenta, y puede considerársela prácticamente sin importancia hasta la época en que aparecen escritores cuya vida alcanza la del autor del manual, es decir, que vivían todavía en el momento en que este autor comenzaba sus estudios.
La elaboración a la que la perspectiva histórica somete a la población de escritores, es a la vez cuantitativa y cualitativa. Cuantitativamente, la selección decisiva y la más severa es la de la primera generación exterior a la zona biográfica. Toda antología es discutible en sus pormenores, pero la experiencia prueba que si han sido tomadas las precauciones convenientes, se obtiene por este método un reparto normal, cuyo ritmo general no cambia gran cosa si se modifica los elementos de selección o la severidad del criterio.

Generaciones y equipos
El primer fenómeno que un catálogo semejante permite estudiar es el de la generación. La generación, tal como la entienden Albert Thibaudet o Henri Peyre, es un fenómeno evidente: en cada literatura, las fechas de nacimiento de los escritores se agrupan por «equipos» en ciertas zonas cronológicas. Se encontrará en la obra de Henri Peyre un repertorio completo de estas generaciones, válido para muchas literaturas europeas.
El primer escollo que es preciso evitar es el de la “tentación cíclica”. Es realmente seductor imaginar que estos grupos cronológicos de escritores se suceden a intervalos regulares.
Segunda observación, las generaciones literarias difieren de las generaciones biológicas en que constituyen grupos numéricamente identificables: “equipos”. Por el contrario, en la población general de un país, la repartición de los grupos de edad varía muy lentamente y dentro de unos límites relativamente estrechos.
Una tercera observación sigue a la precedente. Cuando se habla de una generación de escritores, la fecha significativa no puede ser ni la de nacimiento ni la de los veinte años. No se nace escritor, se convierte uno en ello, y es muy raro que se haya alcanzado ya a los veinte años.
La noción de generación, que nos seduce de entrada, no es pues absolutamente clara. Quizá sería mejor sustituirla por la de «equipo», más dúctil y más orgánica. El equipo es el grupo de escritores de todas las edades (aunque de una edad dominante) que, en ocasión de ciertos acontecimientos, “toma la palabra”, ocupa la escena literaria y, conscientemente o no, bloquea el acceso a ella durante un cierto tiempo, prohibiendo a las nuevas vocaciones realizarse.

¿Cómo abordar el hecho literario?

I.      Libro, lectura y Literatura
Definir el libro es cosa difícil. Littré duda entre una definición material – “reunión de varios cuadernos de páginas manuscritaso impresas” – y una definición semiintelectual –“obra espiritual, sea en prosa o en verso, de una extensión lo suficientemente amplia para llenar al menos un volumen”.
El defecto de todas estas definiciones es que consideran el libro como un objeto material y no como un medio de intercambio cultural. Ahora bien, un libro es una “máquina para leer”, y es la lectura lo que lo define: “Es el esfuerzo conjugado del autor y el lector que hará surgir este objeto concreto e imaginario que es la obra del espíritu”.
Copiado, impreso o fotografiado, el libro tiene por finalidad permitir la multiplicación de la palabra, al mismo tiempo que su conservación: un libro para una sola persona no tendría ningún sentido.
Ahora bien, la unidad estadística es el título y no el ejemplar. Teniendo en cuenta las importaciones y las repeticiones, la estadística por títulos nos pude indicar, como máximo, la riqueza y la variedad de la vida intelectual de un país; nos permite evaluar el número y la productividad de sus escritores, pero no nos da ninguna idea del papel de la lectura en la vida social. Para analizar el fenómeno de la lectura, sería preciso tener en cuenta las tiradas –no tan solo las de la edición, sino incluso las de la prensa.
Todas las lecturas posibles no son efectivas. Partiendo de las cantidades de papel, eliminando a los analfabetos y a los niños, habida cuenta de que un mismo material sirve para tres o cuatro lectores, deberíamos admitir que un francés lee por término medio 40.000 palabras por día y un inglés, tres veces más.
El libro, como podemos ver, no representa sino una pequeña parte de las lecturas posibles y una más pequeña todavía de las lecturas efectivas. Su desquite se presenta en el momento de aparecer la noción de literatura.
No se puede pues confiar en las clasificaciones formales o materiales sistemáticas para hacernos una idea clara de las relaciones lectura-literatura. Es más bien la naturaleza del intercambio autor-público lo que nos permite definir lo literario y lo que no lo es. Todo escrito puede convertirse en literatura, en la medida en que nos permite evadirnos, soñar o, por el contrario, meditar, cultivarnos gratuitamente.
Y, al revés, hay usos no literarios de obras literarias: el consumo de literatura no se identifica con la lectura literaria. Se puede comprar un libro con otras intenciones que no sean las de leerlo. Se puede leer un libro con otras intenciones distintas a las de obtener de él un placer estético o un beneficio cultural. Por ende, una definición rigurosa de literatura supone una convergencia de intenciones entre lector y autor; una definición más amplia exige por lo menos una compatibilidad de intenciones.

II.    Las vías de acceso
El método más evidente para comprender un fenómeno a la vez psicológico y colectivo es el de interrogar a un número de personas juiciosamente elegidas.
Quien nos cite a Stendhal o Malraux como sus lecturas habituales y confiese que lee, a veces, una novela policíaca o dos para relajarse, no querrá admitir que el tiempo consagrado por él a la lectura policíaca, es de hecho, muy superior al que concede a sus “libros favoritos”. Si menciona la lectura del periódico, olvidará aquellos minutos que consagra a la tira de dibujos y que, en total, representan un tiempo apreciable; asimismo, pasarán desapercibidas las lecturas de la sala de espera, o las que se pasan en la biblioteca de los niños.
Hay aquí un amplio campo cuya explotación no puede negligir el historiador literario. Es lo que se llama la “subliteratura”, o la “infraliteratura”, o las “literaturas marginales”. Entre esta zona ignorada de los manuales hasta una época muy reciente, y el dominio de las obras “nobles”, existen constantes intercambios a nivel de temas, ideas y formas. Y llega aún a suceder que una obra pasa a veces de un sector a otro. Como se verá más tarde, pertenecer a la literatura o a la subliteratura no se define por las cualidades abstractas del escritor, de la obra o del público, sino por un cierto intercambio.
El testimonio de los intermediarios del libro podría tener más valor, pues editores, libreros y bibliotecarios controlan los principales rodajes del mecanismo de los intercambios. Desgraciadamente, para las dos primeras categorías, el secreto comercial es una mordaza demasiado eficaz; para la mayor parte de ellos, su despacho o su tienda son puestos de mando cerrados, donde sin embargo ejercen una influencia real y decisiva sobre escritores y el público.
El caso de los bibliotecarios es poco distinto, pues está generalmente en condiciones de dar testimonio directo sobre el comportamiento de sus lectores. El inconveniente es que este testimonio no se refiere sino a una parte muy reducida y especializada de público: la del lector de biblioteca.
Es a través del estudio de los datos objetivos explotados sistemáticamente y sin ideas preconcebidas que será preciso abordar el hecho literario. De entre los datos objetivos vamos a utilizar en primer lugar, los estadísticos.
Se puede finalmente llegar al estudio de casos concretos según los métodos de la literatura general o de la literatura comparada: éxito de una obra, evolución de un género o de un estilo, planteamiento de un tema, historia de un mito, etc.

Sociología de la Literatura

Robert Escarpit
 PRINCIPIOS Y MÉTODOS

Capítulo I: ¿Por qué una sociología de la literatura?

 1. Literatura y sociedad
El hecho literario se presenta de manera compleja; por ello, es necesario una interpretación del fenómeno completo y no parcial como se ha dado, por ejemplo, en la historia literaria, en la cual solo se ve hombres y obras.
Para un estudio cabal del hecho literario debemos tomar en cuenta su dimensión social (producto manufacturado, distribución comercial, oferta y demanda, consumidores, etc.). El tener en cuenta lo social nos brinda una visión completa y no deformada del hecho literario.

2.  Historia:
Veamos cómo se ha tomado la dimensión social de la literatura en el transcurrir histórico:
En 1800 con la publicación de Nne. de Stael se toma esta conciencia intentando unir literatura y sociedad.
En Alemania se desarrollan los principios de Zeitgeist (espíritu de época) y volksgeist (espíritu nacional).
Marx y Engels publican “Sobre la literatura y sobre el arte” la cual es una lectura engañosa. Con Plekhanov se dará una verdadera teoría marxista de la literatura.
Vladimir Jdanov menciona que la literatura tiene una relación inseparable con la vida de sociedad y el libro no es una entidad independiente aislada.
Georges Luckács y su discípulo Goldmann dan una visión de la sociología de la literatura centrándose en los problemas estéticos.
Oposición al método sociológico en la Unión Soviética con el formalismo. Pero cabe mencionar que entre 1927 y 1930 existió una sociología formalista de la literatura.
Desde finales del siglo XIX hasta nuestros días se ha intentado crear una ciencia literaria. En ella se combinan las influencias de la filosofía neohegeliana de Dilthey, de la crítica filológica y de la psicología gestaltiana.
La idea de generación con Francois Mentré y completada con Albert Thibaudet.
Hoy se ha llegado a ver el motor más eficaz de las investigaciones de sociología literaria: La necesidad de una política del libro.

3. Para una política de libro
Es esencial contar con una política del libro para tener una real sociología literaria. Ello nos permitiría, entre otros elementos, conocer los gustos de los lectores, preferencias, necesidades, cuando lee un francés, un ruso, un peruano, etc., por día, por mes o año.
Además, actualmente nacen centros de sociología de los hechos literarios:
- Centro de Sociología de la Literatura (Bruselas)
- Center forContemporary Cultural Studies (Birmingham)

jueves, 2 de julio de 2015

El sujeto y el poder

Michael Foucault

¿Por qué estudiamos el poder?
La cuestión del sujeto

En esta sección se intenta develar el por qué los seres humanos devienen en sujetos a través de la historia. El estudio se centra, más que en el poder, en el sujeto. Pero tengamos en cuenta que el sujeto está inmerso en relaciones de poder.
En cuanto al poder surge la pregunta ¿Se requiere una teoría del poder? Foucault menciona que se requiere una re-conceptualización permanente para el trabajo analítico que nos presenta.
La segunda cuestión a revisar es el tipo de realidad con la que tratamos.
Tengamos en cuenta que el tema del poder interesa mucho en estos tiempos. Entonces la pregunta emerge: ¿Por qué? Para responder a la pregunta se requiere ir a la "razón". En particular Foucault propone estudiar la economía de las relaciones de poder. Estudiar la razón, pero de manera general, o, en sus diversos campos de expresión como la sexualidad, la locura, la enfermedad, la muerte, el crimen y si sucesivamente.
También se propone estudiar el poder desde su oposición, antagonismo o resistencia. Por ejemplo:
- La oposición del poder del hombre sobre la mujer.
-La oposición del poder de los padres sobre los niños.
-La oposición del poder de la medicina sobre la población.
-La oposición del poder de la administración sobre la forma de vivir de la gente.
Además de lo anterior, es necesario estudiar los puntos en común de estas oposiciones (luchas anti autoritarias):
1. Son luchas transversales. No solo se dan en una zona en particular.
2. Las luchas en esencia son por los efectos que ocasiona el poder en sí.
3. Son luchas hacia la gente más cercana o inmediata. No se refieren al " enemigo principal" sino al enemigo inmediato.
4. Las luchas intentan devolver el estatus de "individuo".
5. Estas luchas se dan por la forma en que el conocimiento circula. Luchan por los privilegios del conocimiento.
6. Las luchas giras en torno a la pregunta: ¿Quiénes somos?
7. Para concluir, el objetivo de las luchas no es atacar a tal o cual institución de poder, grupo, elite o clase sino más bien a la un tipo (forma) de poder.
Esta forma que se hace mención como punto en común de todas las luchas anti autoritarias construye sujetos individuales. Existen dos significados de "sujeto":
-Sujeto a otro por control y dependencia.
-Sujeto como constreñido a su propia identidad, a la conciencia y a su propio auto conocimiento.
Ambos significados sugieren una forma de poder que so juzga y constituye al sujeto. Cabe mencionar que existen tres tipos de luchas contra las formas de dominación (se pueden encontrar muchos de estos ejemplos de estos tres tipos de luchas sociales en la historia):
-Étnicas.
-Sociales.
-Religiosas.

¿Cómo se ejerce el poder?
Son necesarios no solo sus efectos sin relacionarlo a sus causas ni su naturaleza básica. Se requiere ir más allá. Foucault decide presentar estas cuestiones de forma diferente como un intento de saber si es legítimo imaginar un poder que unifique en el un por qué y un cómo, además un qué.
En primera instancia es necesario distinguir aquel poder que se ejerce sobre las cosas y da a su vez la habilidad de modificar, usar, consumir y destruirlas. Un poder que procede de aptitudes directamente inherentes al cuerpo o " apoyadas" en instrumentos externos. Sin duda esto se relaciona con el poder como cuestión de capacidad. El poder aquí analizado es aquel que pone en juego las relaciones entre los individuos o entre grupos.

¿Cómo se pueden analizar las relaciones de poder?
Foucault menciona que se puede analizar tales relaciones centrándonos en determinadas instituciones. En concreto, el análisis de las relaciones de poder exige establecer un cierto número de puntos:
1. El sistema de diferenciación: determinadas por la ley, por las tradiciones de status y privilegio, diferencias económicas, culturales, lingüísticas, etc.
2. Los tipos de objetivos: el mantenimiento de los privilegios, la acumulación de beneficios, el ejercicio de una función o de un comercio.
3. Los medios de hacer existir las relaciones de poder: por la amenaza de las armas, por los efectos de la palabra, etc.
4. Formas de institucionalización: estructuras legales, instituciones de enseñanza, el Estado, etc.
5. Los grados de racionalización. Que tan elaborada es.

Relaciones de poder y relaciones de estrategia
Existen tres formas en que se usa corrientemente la palabra estrategia:
-Racionalidad orientada hacia un objetivo o un fin.
-En la manera en que uno busca tener ventajas sobre los otros.
-Como una cuestión de los medios destinados a obtener una victoria.
Se podría interpretar los mecanismos usados en las relaciones de poder en términos de estrategias.

martes, 23 de junio de 2015

Las palabras y las cosas

Michael Foucault

La prosa del mundo

M. Foucault comienza en “Las palabras y las cosas” realizando un profundo acercamiento a la riqueza de imágenes contenidas en el mundo y a las relaciones de semejanza que el ser humano, gracias a su creatividad, puede establecer entre ellas para generar un amplio escenario simbólico de representación artística.
El autor dirige su mirada al universo simbólico que se generó hasta finales del siglo XVI para buscar las líneas inspiradoras del mismo: Hasta fines del siglo XVI, la semejanza ha desempeñado un papel constructivo en el saber de la cultura occidental. En gran parte, fue ella la que guió la exégesis e interpretación de los textos; la que organizó el juego de los símbolos, permitió el conocimiento de las cosas visibles e invisibles, dirigió el arte al representarlas. El mundo se enrollaba sobre sí mismo: la tierra repetía el cielo, los rostros se reflejaban en las estrellas y la hierba ocultaba en sus tallos los secretos que servían al hombre. La pintura imitaba el espacio. Y la representación, ya fuera fiesta o saber, se daba como repetición: teatro de la vida o espejo del mundo, he aquí el título de cualquier lenguaje, su manera de anunciarse y de formular su derecho a hablar.
Es necesario que nos detengamos un poco en este momento del tiempo en el que la semejanza va a desligarse de su pertinencia al saber y desaparecerá, cuando menos en parte, del horizonte del conocimiento. ¿Cómo se pensaba la similitud a fines del siglo XVI o aun a principios del XVII? ¿Cómo podía organizar las figuras del saber? Si es verdad que las cosas que se asemejaban eran infinitas ¿podemos, cuando menos, establecer las formas según las cuales podían llegar a ser semejantes unas a otras?

Hay cuatro nociones principales de semejanza que no se pueden dejar de nombrar:

1. La convenientia. La convenientia es la fuerza que avecina lo semejante y asimila lo cercano, gracias a esto el mundo forma una cadena con todo lo que se encuentra en él, consigo mismo. Son convenientes aquellas cosas que logran tocar a otras, que el ser de unas delimita a otras. Así hay comunicación, se da una semejanza de lugar ya que están colocadas en el mismo sitio y se da “una similitud de propiedades; ya que en este continente natural que es el mundo, la vecindad no es una relación exterior entre las cosas, sino el signo de un parentesco oscuro cuando menos.”

2. La aemulatio. La emulación es algo parecido a una gemelidad natural de las cosas, en la emulación se observa algo del reflejo y espejo. “El rostro es el émulo del cielo.”
Gracias a la emulación el hombre se podrá dar cuenta del mundo en donde está colocado; lograra encontrar la semejanza del orden del mundo con el mundo autónomo que se encuentra en sí mismo.

3. Analogía. Las similitudes que trata son las semejanzas más sutiles de las relaciones. Así la analogía “puede ofrecer, a partir de un mismo punto, un número infinito de parentescos.
Hay un punto en donde todas las analogías pueden encontrar un apoyo, este punto es el hombre; está en proporción con el cielo, y también con los animales y las plantas, lo mismo que con la tierra, los metales, las estalactitas o las tormentas.

4. Las simpatías. Gracias a la simpatía las cosas encuentran una semejanza y se puede hacer posible un movimiento y un contacto entre estas; lleva las raíces hacia el agua y hace girar, con la curva del sol, a la gran flor amarilla del girasol. La simpatía por una de las formas de semejanza, tiene el poder de asimilar, de poder hacer las cosas idénticas unas a otras, de mezclarlas, tiene la capacidad de desaparecer una cosa en su individualidad. “La simpatía transforma.”

Elemento muy importante que va de la mano con la simpatía es, la antipatía. La antipatía sirve en el mundo para poder conservar las cosas en su aislamiento; encierra a cada cosa en su diferencia obstinada y les ayuda a perseverar en lo que es.

Existen, desde luego, muchas otras nociones que se entrecruzan en la superficie del pensamiento, se superponen, se refuerzan o se limitan.

Así, Foucault se detiene en las cuatro formas de semejanza que han estado en la base de toda la creación artística y que son fundamentales para acercarnos a la producción artística, expresión de la capacidad estética y creativa del ser humano: la convenientia, la aemulatio, la analogía, las simpatías. Perder de vista esta clave de lectura del arte significa oscurecer la carga de sentido que encierra, expresión de una cultura situada en unas coordenadas espacio temporales determinadas. En efecto, el mundo, las realidades que nos rodean encierran una prosa que sólo una mirada simbólica puede leer y descifrar.

lunes, 15 de junio de 2015

El estudio del discurso

Teun A. van Dijk

¿Qué es el discurso?
Aunque, como muchos otros conceptos relacionados con “discurso”, lenguaje, comunicación, interacción, sociedad y cultura,  la noción se presenta difusa. Se puede ir cogiendo por partes y sacar un concepto poco a poco. Decir, por ejemplo, que el discurso es un suceso de comunicación ya que el lenguaje sirve para comunicar ideas o creencias y lo hacen como parte de sucesos sociales más complejos. Podemos también mencionar que el discurso es una interacción verbal, ya que en un simple encuentro de dos personas se puede intercambiar lenguaje verbal y no verbal, haciendo efectivo lo mencionado.
Por otro lado, el uso del lenguaje no se limita al lenguaje hablado, sino que incluye el lenguaje escrito. Además, los textos también tienen usuarios y es así que podemos hablar de una interacción escrita a pesar de no interactuar cara a cara.
El discurso como estructura verbal.
1. El sonido, la vista y el cuerpo
En el discurso hablado los sonidos tampoco ocurren aislados, están acompañados por diversos tipos de actividad no verbal, como los gestos, las expresiones faciales, la posición del cuerpo, la proximidad, el aplauso y la risa, acciones que acompañan a las conversaciones.
2. Orden y forma
El orden de las palabras o de las frases puede cumplir diversas funciones con respecto a otras oraciones del discurso. El orden también puede desempeñar otras funciones como la de indicar contraste, énfasis o una elección entre varias alternativas. El orden normal de las palabras de una oración puede cambiar en función de la estructura de las oraciones anteriores o de la información que estas brindan.
Por otro lado la forma de las oraciones  opera como indicador de la distribución de la información a través del discurso, la estructura formal de las oraciones en el discurso es independiente del resto del discurso.
3. Sentido
La descripción del sentido del discurso dejamos atrás la lingüística y la gramática tradicionales y encontramos nociones típicas del discurso propiamente dicho. Los tópicos de un discurso  constituyen los sentidos globales del discurso  definen sus coherencia global o macroherencia. Cuando explicitamos el tópico de un texto  en realidad estamos contestado preguntas como: ¿de qué está tratando o hablando? Los tópicos son elementos cruciales del texto y la conversación. Sin ellos  ¿no sabríamos de qué estamos hablando o que estamos  leyendo. Definen la unidad global del discurso y se expresan habitualmente en ciertos segmentos  del discurso como los titulares, los resúmenes o las conclusiones.
4. Estilo
Se puede intentar definir en términos de variación. Es decir que para referirnos a las mismas personas, podemos utilizar ítems léxicos diferentes. Cuando estas variaciones ocurren en función del contexto, se dice que estaos frente a características del estilo del discurso.
5. Retórica
Los análisis retóricos habitualmente se ocupan de estos “Recursos” de persuasión, es decir, de las estructuras especiales del discurso que atraen la atención en razón, por ejemplo, de una repetición inesperada, de un orden invertido, de estructuras que quedan incompletas o de cambios del sentido.
Discurso y sociedad
En este caso podemos hablar de estructuras locales y globales del contexto. Entre las restricciones contextuales locales del discurso tenemos, a situación, los participantes y sus  diversos papeles comunicativos y sociales. El contexto global se vuelve relevante tan pronto como identificamos el discurso u otras acciones corrientes  como una parte constituyente de acciones o procedimientos institucionales u organizativos y cuando los participantes interactúan en calidad de miembros de categorías sociales.
Estos estudios surgieron en la década de 1960 más o menos al mismo tiempo en diversas disciplinas de las humanidades.
El estructuralismo  aportó un marco más amplio para el estudio de la narrativa, los mitos, la literatura, las películas cinematográficas y otras prácticas semióticas.
En cuanto a la sociología y pragmática existen trabajos dedicados  al estudio de la naturaleza discurso, que subraya la necesidad de estudiar el lenguaje concreto en sus contextos sociales y culturales variables.
Según la psicología social y discursiva, partiendo del paradigma cognitivo predominante e inspirados en los principios de la etnometodologia, destacaron en particular la realización interactiva de fenómenos psicológicos como a comprensión, la explicación, las opiniones y las ideologías.
Diversidad e integración
Algunos investigadores jamás aceptaran la honda división que se hacía entre la cognición por una parte y la interacción, la sociedad y la cultura por la otra y promovieron el estudio de la antropología cognitiva y de la cognición social como base del análisis del discurso que, para ellos, entrenaba una dimensión sociocultural y otra cognitiva. Por un lado los estudios del discurso reprodujeron parcialmente las bien conocidas limitaciones propias de las disciplinas especializadas o las divisiones arbitrarias propias del trabajo y las esferas de interés de los investigadores.

viernes, 12 de junio de 2015

Estrategias para la comprensión y producción de textos continuos

El texto se define como un enunciado que tiene unidad significativa y para ser analizado es necesario colocarlo, o mejor dicho, mirar el contexto o situación en la que se encuentra. De esta forma es que el significado de un término es deducido por su relación con otros.
Sin embargo en el artículo del profesor Inga se toma al texto como un conjunto de enunciados que giran en torno a una unidad temática. Dice que este se sustenta en un principio de jerarquía, el cual se explica cómo los grados de importancia que tienen sus proposiciones (idea principal, idea secundaria); por otro lado el principio de coherencia, el cual hace referencia al hecho de que es una unidad temática y por lo tanto todo el contenido del texto tiene relación con un solo tema, y las ideas que sustentan este tema se ordenan en una secuencia lógica; y por último el de cohesión, el cual se explica cómo los mecanismos gramaticales que se emplearan para unir a los enunciados, como si estos fueran eslabones de una gran cadena. Los dos últimos principios  son llamados también relaciones sintáctico-semánticas.
Ahora, para saber cómo debemos abordar o tratar un texto es necesario reconocer el tipo de texto que tenemos frente a nosotros, y a partir de ello seleccionar una estrategia para leer y comprender este de forma adecuada.
Respecto a los textos y a cómo serán analizados por el hombre, Greimas nos dice que el ser humano se encuentra frente a la realidad (el texto está inmerso en la realidad). Esta realidad se manifiesta como una masa amorfa que requiere forma y orden, entonces el ser humano (el lector), tomando en cuenta que posee experiencias previas, mediante los procesos de asimilación y acomodación (Piaget) va a ordenar, organizar y moldear esta masa amorfa como una telaraña (es decir que utilizará los principios de jerarquía, coherencia y cohesión).
El hecho de leer tiene cuatro características principales: Es constructivo, es decir que el lector tiene un rol activo el cual consiste en estimular el significado (darle forma, transformarlo). Es integrador, debido a que el lector utilizará los conocimientos previos que tenga (textos que haya conocido anteriormente) y los unirá a la información nueva que le otorga el texto que tiene frente a él (se podría mencionar que esta característica hace referencia a algo llamado competencia intertextual). Es estratégico, debido a que el lector debe ser flexible, es decir buscar diferentes métodos para cada distinto tipo de texto que lea, y además estos métodos que busque o idee deberán ayudarle a alcanzar el objetivo que se haya planteado con el texto en cuestión. Por último, el acto de leer es Metacognitivo esto se debe a que el lector es un ser racional, y consciente de sus actos, por lo tanto es consciente de: cómo lee, qué hace para comprender y si realmente está leyendo comprensivamente. Aquí el lector aprecia cuánto le son útiles las marcas en la lectura, el parafraseo, los procesadores de información (esquemas, diagramas, etc.) y los organizadores visuales.
Entonces si no tomamos el acto de leer como metacognitivo podemos caer en la mecanización de la lectura (repetición, memorización pura).
Pablo Ríos ofrece un esquema que nos ayudará con la comprensión de textos:



Con este esquema podemos dar cuenta de lo importante que es establecer y usar estrategias para antes, durante y después de la lectura. Además de este nos muestra que existen estrategias netamente metacognitivas (ejemplo de Larrestra).
Conclusiones:
Las conclusiones a las que llega el autor de esta lectura son principalmente:
1. Debemos promover e internalizar la concepción de texto como una manifestación que gira en torno a un tema cuyos elementos se encuentran jerarquizados de manera coherente y cohesionada.
2. Aclarar que esta manifestación (el texto) no es estrictamente lingüística. Un texto nos presenta una manifestación de la realidad, enmarcada desde una perspectiva personal.
3. Debemos desarrollar y regular estrategias que nos permitan procesarlos. Así podremos garantizar una adecuada comprensión y producción de textos.

Fernanda Sierra Ancalle

miércoles, 10 de junio de 2015

Situaciones de comunicación saludables

El lenguaje es el instrumento que sirve para la construcción del individuo social. En este sentido, los profesores deben ayudar a los estudiantes a propiciar situaciones comunicativas en las que ellos se desarrollen tanto afectiva como cognitivamente. Asimismo, es importante que los docentes sean muy observadores porque el curso nos permitió conocer algunas alteraciones del lenguaje, estas tienen que ver con las condiciones internas más externas, es decir, el cerebro en proceso de maduración más las condiciones sociales. 
El lenguaje es una herramienta muy poderosa. Debemos orientar a nuestros estudiantes a un buen uso y manejo de este, porque con nuestras palabras y acciones podemos influenciar de forma altamente positiva o negativa sobre otras personas. En eso hay que meditar, porque los docentes a veces intimidan a los estudiantes y eso no les permite construirse como un individuo social. Se debe desarrollar entonces, una competencia comunicativa de forma positiva y saludable.
En cuanto al desarrollo del individuo social, pues los seres humanos somos una integridad y, por lo tanto, se debe trabajar en función de eso. En el primer sistema tenemos que considerar las emociones de los estudiantes, los sentimientos, tanto intrapersonales, interpersonales y extrapersonales. En el segundo sistema tenemos a los conocimientos y, en el tercero, a las motivaciones de la persona, asimismo las conductas ético- morales. Todo eso configura al individuo, nosotros como docentes al momento de evaluarlos debemos considerar los tres aspectos y además enfatizar nuestros aprendizajes en función a ellos, porque solo así, creo, que se está proyectando a lograr una formación integral, esa que tanto se pregona, pero que muchas veces solo queda en el texto, pero al conocer estos temas nos abre nuevas perspectivas para nuestra labor.
Por todo esto, nosotros como docentes especializados en los temas relacionados con el lenguaje y la lectura debemos seleccionar las lecturas a trabajar de forma meticulosa y siempre hay que tener presente que en nuestras manos hay individuos sociales en proceso de formación. El salón al ser un espacio social, hay relaciones de comunicaciones y estas a veces se tornar discriminatorias, estereotipadas, violentas, etc. Esto se tiene que erradicar poco a poco gracias a los textos, también gracias a la forma cómo los trata el docente, pero sobre todo que asumamos en beneficio de su formación.